Panadero. Una profesión que es un servicio público.

Hace tiempo que quería hacerle una visita a un amigo que trabaja de panadero.

El martes 2 de febrero me decidí a madrugar y a las 3 de la mañana me levanté con el firme propósito de darle una sorpresa a mi amigo.

He de confesar que no me costó poco levantarme, sobre todo teniendo en cuenta que me había acostado sobre la 1 de la mañana.

Antes de subir hacia Barroso, en la Orotava, que es donde se encuentra la panadería,
me detuve unos minutos para preparar un pequeño termo de café y así no llegar con las manos vacías.

Estaba lloviendo y la verdad es que conducir a aquellas horas con el asfalto mojado es bastante delicado pero, como no había prácticamente ningún vehículo en las carreteras, iba tranquilo.

Al llegar a la panadería toqué en la puerta con contundencia. Iba a gritar que era la policía, pero no quise despertar a los vecinos.

Me gustaría que hubieran visto la cara de mi amigo cuando abrió la puerta y se encontró conmigo, con la cámara de fotos al hombro y forrado hasta los dientes, intentando aguantar los pocos grados y la lluvia que caía a esas horas.

Él sólo decía: "Pero muchacho, ¿tú que haces aquí? ¿Cómo te dio por venir? ¡Qué guapo! ¿Mira que aparecer a estas horas?

La verdad es que va
lió la pena sólo por verle la cara de sorpresa.

En cuanto coloqué mis cosas y me quité el abrigo, saqué la cámara y me dediqué, cual reportero, a hacerles algunas preguntas y a fotografiarles mientras, con mucho afán y con una coordinación exquisita, los dos panaderos que allí se encontraban se dedicaban a lo suyo, que era hacer el pan.

A diferencia de otros negocios que se dedican al horneado y a la venta de pan, esta panadería se dedica a comprar la materia prima y a elaborar el producto desde cero.

Parece increíble que a las 3 y media de la madrugada en un día de invierno, lluvioso y frío como aquel, estos muchachos estuvieran manteniendo un ritmo de trabajo como en cualquier otra profesión a las 10 de la mañana.

Cuando llegué, estaban terminando de preparar las milanas de pan para introducirlas en el horno y a punto de comenzar con el amasado y cofección de otra tanda.

Gracias a la tecnología, tanto el amasado como el pesado y moldeado de la masa, la empresa ha ganado mucho en productividad. Esto no quiere decir que se queden con los brazos cruzados, esperando a que, milagrosamante, el pan se elabore solo. Los panaderos deben estar continuamente pendientes de las evoluciones del proceso, controlando y seleccionando, en cada momento, todas las porciones de masa que salen por la cinta transportadora, desechando aquellas porciones que salgan con alguna irregularidad o con el peso o consistencia inadecuados.

La milanas, que son las bandejas sobre las que se colocan los panes para el posterior horneado, tienen que ser montadas a mano, de manera que el producto pasa por sus manos; así, el control de calidad está garantizado. Antes de introducirlas en el horno se le hace lo que ellos llaman el corte y se trata de realizarles, a la velocidad del rayo, el surco característico que tienen todos los panes en la parte superior y que se hace para facilitar el horneado.

He de decir que, cuando sacaron de los hornos la primera remesa de pan, ya eran 3 los panaderos porque, unas horas más tarde, se incorpora el dueño de la panadería, que también participa como uno más en el proceso. Cuando lo sacaron, tanto el calor como ese característico olor a pan recién hecho inundó todo el espacio. Como los panaderos ya estaban acostumbrados, no experimentaron nada especial pero yo, que nunca lo había vivido tan de cerca, me quedé encantado y automáticamente me entraron ganas de devorar todo aquello.


Sobre las 6 de la mañana
se empiezan a aproximar, para comprar pan recién hecho, los trabajadores que van hacia el Teide o que madrugan mucho y antes de incorporarse a sus puestos, se llevan el pan para su desayuno. También a esas horas comienzan a llegar los repartidores que se encargan de distribuir directamente y por zonas todo el género, puerta por puerta. Lo primero que reparten son los bares y restaurantes para los cuales, desde la panadería, ya lo llevan preparado (para evitar tener que estar en el lugar contando pan, con el retraso que eso supondría en el reparto). Éstos se organizan por zonas dentro del mismo municipio y por los municipios cercanos y, entre las 6 y media y las 12, realizan todo el reparto, según las necesidades de cada uno.

Por lo que
a mí respecta a las 6 de la mañana tenía ya más ganas de dormir que otra cosa, pero mi amigo me entusiasy, después de despedirme de los otros dos pananderos y de agradecerles haberme aguantando toda la noche, cargamos el furgón con pan de diversos tipos y tamaños, rosquetes, pan rallado, etc., nos tomamos un cortado en un bar cercano y comenzamos el reparto. Mi amigo participa de los dos procesos y me confiesa que lo del reparto le resulta bastante entretenido porque, a pesar el sueño y el cansancio, lo de ir puerta por puerta tocando la pita y tratando con la gente cara a cara, le reconforta bastante y es consciente de que la gente necesita tanto del servicio como de ver una cara conocida cada día.

Casualmente el día 2 de febrero era día de distribuir todas las facturas del mes o la semana y de cobrar todo lo que se pudiera. He de reconocer que para ejercer esta profesión hay que tener vocación porque yo alucinaba de cómo se entendía con cada persona y de cómo, a la hora de llegar a un domilicio, sabía exáctamente si a la persona le gustaba el pan más hecho o menos hecho, mejor formado o mayor o menor y si, además, como ese día era fiesta en Tenerife, si esperaba un poco y le tocaba la pita para que saliera, porque ese día venían sus hijos a comer y seguro que necesitaría más pan que el acostumbrado.

Recuerdo en especial un caso que me contó mi amigo de un señor que cada vez que pasaba por su casa le contaba un chiste, o como se dice en Canarias, le echaba un cuento y hacía unos días que había muerto. El día del entierro mi amigo se hizo presente para acompañar a la familia y cuando saludó a la hija, ella le dijo: "¿y ahora quién te va a contar los chistes?"

Para concluir he de decir que las relaciones que se establecen desempeñando el papel de panadero son muy reconfortantes, tanto para el mismo panadero como para toda esa gente que cada día espera el momento en el que llega el pan, como algo instituido en su quehacer diario y si te retrasas o te adelantas sabes que te lo van a recordar, pero siempre con muy buena fe y con esa gracia que caracteriza a las gentes de esta tierra.

Galería de fotografías.

El país de nunca jamás

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